miércoles, 10 de marzo de 2010
LA HISTORIA DEL BUQUE DE LA MUERTE
El buque escuela chileno “Esmeralda” fue uno de los peores centros de tortura y asesinato de la dictadura pinochetista, y como tal, hasta hace poco tiempo era recibido con actos de repudio en cada puerto que tocaba. Que la armada chilena se siga negando a terminar con ese problema cambiándolo por otro es signo claro del orgullo que siguen sintiendo los mandos militares chilenos de hoy por lo que hicieron los de aquél entonces.
En la provincia de Valparaíso la Armada empleó como lugares de reclusión, interrogatorio y/o tortura los Buques "Lebu", "Maipo" y el Buque Escuela "Esmeralda", estos tres en el puerto de Valparaíso; la Base Aeronaval "El Belloto"; la Academia de Guerra Naval y especialmente una de sus dependencias, el "Cuartel Silva Palma". Según los antecedentes aportados por la Comisión contra la Tortura de la Quinta Región señalan que por la Esmeralda deambularon alrededor de 500 detenidos políticos, 1000 por el Buque Maipo y 4000 por el Buque Lebu, barco cedido por la compañía Sudamericana de Vapores. Los mismos informes sostienen que por el Estadio de Valparaíso pasaron cerca de 3000 mil personas, por la Academia de Guerra y el Cuartel Silva Palma, 4000, todos los cuales fueron torturados y muchos de ellos, asesinados.
Inmediatamente después del 11 de septiembre de 1973, el Buque Escuela "Esmeralda" fue utilizado por la Armada de Chile como centro de detención y tortura en el puerto de Valparaíso, según ha sido fehacientemente demostrado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA (Informe 24/OCT/74), Amnistía Internacional (Informe AMR 22/32/80), el Senado Norteamericano (Resolución 361-16/JUN/86) y el Informe de la Comisión Nacional (Chilena) de Verdad y Reconciliación (Tercera Parte, Capítulo I, Sección 2 f.2.). Los testimonios de que la "Esmeralda" fue efectivamente usado como cámara de tortura flotante son múltiples y coincidentes. Entre ellos destacan los del abogado chileno Luis Vega, actualmente residente en Israel; el ex-funcionario del Instituto Nacional de Desarrollo Agropecuario, Claudio Correa, actualmente residente en Inglaterra; y el profesor universitario y ex-alcalde de Valparaíso, Sergio Vuscovic, actualmente residente en Chile.
Según el Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación (Informe Rettig), en el caso del Buque Escuela "Esmeralda", las investigaciones practicadas por esta Comisión permitieron comprobar que una unidad especializada de la Armada se instaló en su interior con el objeto de interrogar a los detenidos que se encontraban en la misma nave y a los que eran traídos de otros recintos de reclusión de la Armada. Esos interrogatorios, por regla general, incluían torturas y malos tratos." La "especialización" de la mencionada unidad no necesita mayores explicaciones.
Aunque el número de detenidos a bordo del Buque "Esmeralda" varía según los testimonios pues se los trasladaba de un barco a otro a medida que iban siendo interrogados. El Senado Norteamericano (1986) indica que llegó a haber 112 de ellos. Según la evidencia disponible, en un momento hubo unas 40 mujeres detenidas, las cuales fueron sometidas a todo tipo de maltratos, torturas, vejaciones y violaciones. Entre los detenidos cabe destacar la presencia del sacerdote católico chileno-británico, Miguel R. Woodward, quien falleció a consecuencia de las torturas cuando el 22 de septiembre de 1973 se le llevó al Hospital Naval de Valparaíso por indicación de un médico de la misma Armada. Aunque la Iglesia Católica reclamó su cuerpo, nunca le fue entregado y se lo sepultó en una fosa común sobre la cual posteriormente se construyó un camino.
El caso del Padre Woodward está debidamente acreditado en las investigaciones del juez Baltasar Garzón de la Audiencia Nacional de España, Sumario 19/97-J, incoado en contra de Augusto Pinochet y otros por los delitos de genocidio y terrorismo internacional desarrollados a través de múltiples asesinatos, conspiraciones para el asesinato, secuestro, torturas y desapariciones (Auto de fecha 03/NOV/98, Antecedente Décimo). La detención del Padre Woodward a bordo del "Esmeralda" fue informada por primera vez en septiembre de 1973 por el periódico "La Estrella" de Valparaíso, cuando toda la prensa y demás medios de comunicación, incluido "La Estrella", se encontraban bajo estricto control y censura militar.
Las investigaciones hechas por sus familiares y las cortes demuestran que: "tras pasar por el buque Lebu, el padre Woodward fue llevado a La Esmeralda, en ese entonces comandada por el Capitán de Navío (r) Jorge Sabugo Silva. En el barco, fue golpeado incesantemente hasta reventar sus órganos. Cuando estaba moribundo a causa de las torturas, el médico a bordo llamó al capitán Carlos Fanta, entonces comandante del crucero Latorre y máxima autoridad naval de la zona, ya que el Almirante José Toribio Merino se encontraba en Santiago. Le dijo que 'había un cura que estaba muy mal, que tenía una hora de vida'. El Capitán Fanta envió a La Esmeralda a su médico, Doctor Kenneth Gleiser, actualmente contralmirante encargado de servicios sanitarios de la Armada.
Según el libro Sangre sobre La Esmeralda, Gleiser revisó a Woodward a bordo de La Esmeralda, aunque otras versiones, incluyendo el Informe Rettig, afirman que fue bajado al molo de abrigo del puerto. Fue llevado al Hospital Naval, falleciendo en el trayecto. El 25 de septiembre, fue sepultado por la propia Armada en una fosa común del Cementerio de Playa Ancha. Tras su muerte, se le envió a la familia del sacerdote el certificado de defunción, donde se anotaba la causa de muerte como paro cardíaco. 'Con eso nos conformamos', recuerda Patricia Bennets, hermana del sacerdote. 'Pero en 1975, vimos un artículo en un periódico inglés que hablaba de un sacerdote británico muerto por torturas en Chile, y ahí nos enteramos de la tortura. Eso fue mucho más horroroso que la noticia de su muerte, porque en tres años, no habíamos tenido idea de cómo había muerto realmente'.
Ciertamente la "Esmeralda" no sólo es el barco de la muerte y la tortura según ha sido acreditado ampliamente, sino que también ha pasado a ser el símbolo de las acciones criminales más siniestras que se hayan implementado nunca en los países hermanos del cono sur latinoamericano. Digan lo que digan las cúpulas del contorsionismo político chileno, su visita anual a distintos puertos del mundo continuará siendo un baldón para Chile mientras los miembros de la Armada de Chile no superen su cobardía moral, reconozcan el uso criminal que se hizo del buque y pidan perdón por las víctimas martirizadas a bordo.
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