viernes, 12 de febrero de 2010

San Lorenzo la puerta de salida de la patria sojera ( 1ª parte)


Las columnas de humo espeso se levantan sobre el cielo de San Lorenzo desde las chimeneas de unas imponentes torres llenas de granos de soja. Flanqueados por tanques con combustible y muelles poblados de enormes buques cargueros asiáticos, estos silos son el símbolo de una economía agro exportadora elite. Desde aquí, se comercializa el 40% de granos del país dejando una ciudad contaminada, con enfermedades causadas por los agroquímicos y transformándose en la más peligrosa por su riesgo de explosión inminente.
San Lorenzo tiene 43.500 habitantes, contenidos en unas 10 o 12 manzanas. Las viviendas se encuentran cercadas por silos de cereal, contenedores de petróleo y hexano, el puerto y las vías del ferrocarril de Minera Alumbrera. Subterráneamente, está atravesada por enormes cañerías que proveen de gas a las 20 multinacionales que se agolpan en un predio de veinte kilómetros a la redonda. En las calles, el polvillo de los cereales, vuela hasta alcanzar una superficie, humana o terrestre donde detenerse.
Pero San Lorenzo no siempre tuvo este paisaje ni esta realidad. Era una ciudad que, gracias a una política de economía industrial, contaba con un parque fabril generador de trabajo que llegó a representar el 40% del PBI interno de Santa Fe. Hasta que en 1997, cuando Felipe Sola era secretario de Agricultura, Pesca y Alimentación, se autorizó la siembra de soja transgénica resistente al glifosato, que puso al país entre los tres principales exportadores en el mundo y al Puerto General San Martín en uno de los principales embarcaderos con acopio de cereal. Cargill, ACA, Vicentin, Molinos, todas integrantes del “top ten” de exportadoras, se instalaron en plena ciudad.
Héctor Rubén Pereyra es uno de los fundadores de la Asamblea Permanente por la Vida, una agrupación que cuenta con 120 vecinos y está luchando solitariamente y sin recursos contra los monstruos multinacionales. En 1998, Pereyra se mudó a la Calle Mosconi donde el tránsito de camiones estaba permitido las 24 horas. Con la unión de los vecinos, lograron que se redujera a 12 horas por día. Según las denuncias, por esa lucha recibieron golpes y amenazas de los matones de las empresas con la complicidad de las autoridades. “Nosotros queríamos unificar reclamos, y pensamos que la Asamblea iba a poder lograrlo, pero no”, se lamenta Héctor. “Este es un problema que tiene cuatro patas. La pata política, la económica, la judicial y la más difícil de solucionar que es la indiferencia de la gente de San Lorenzo”, agrega.
El temor de los habitantes no tiene relación directa con la pérdida de la fuente laboral. Las 20 multinacionales tienen menos de 500 empleados efectivos. La desocupación, la mano de obra barata e informal y el éxodo a villas de Rosario son consecuencias de la poca necesidad de personal que tiene el agro negocio. ACA es la empresa número diez en el ranking nacional de exportación y tiene 4 silos a sólo 100 metros de la población en los que acopia 240.000 toneladas de granos y 38.000 toneladas de fertilizantes y aceites vegetales. Sin embargo, cuenta sólo con 11 empleados efectivos. Vicentin, la número seis, con una capacidad de procesamiento de 5.000 toneladas de aceite de soja por día y con una facturación de 1.145 millones de dólares anuales, tiene 51 trabajadores. Contrariamente, desde la instalación de los silos, se produjeron más muertes por accidentes de trabajo que en los 30 años que estuvo el cordón industrial. Tal es el caso de Ramiro Burgueño, de 23 años, quien murió ahogado tapado por cereal en una de las celdas de Vicentin por no contar con los elementos de seguridad correspondientes. Su rostro puede verse en el pecho de su mamá Susana y su papá Roberto, impreso en las remeras que llevan permanentemente para que nadie olvide su muerte absurda (Ver recuadro)
Las denuncias de la Asamblea son claras: Por un lado, la contaminación que produce el polvillo de los granos y por el otro, el peligro de explosión que tiene la ciudad. Los granos de soja cubiertos de glifosato son ventilados mientras están en los silos para conservar su humedad. Cuando se trasportan en los camiones o mientras están acopiados, eliminan un polvillo que en contacto permanente, es tóxico. San Lorenzo tiene un 30% de enfermos de cáncer, con problemas dermatológicos y respiratorios. En el barrio Mosconi, por donde circulan los camiones trasladando los granos y donde los silos se encuentran a no más de 100 metros de las casas, se han contabilizado hasta 5 muertos por manzana de cáncer en los últimos años. En el Puerto San Martin, los casos llegan a 45. “Las autoridades nos dicen que en todos lados la gente se muere de cáncer, pero acá fuimos de casos normales con respecto a las estadísticas, a tener números altísimos y con características totalmente diferentes. Las mujeres que presentan cáncer de útero, tienen ramificaciones por todo el cuerpo, y eso según nos dijeron los médicos, es a causa de los tóxicos. También hay casos de malformaciones congénitas en hijos de vecinos que tienen sus casas pegadas a los silos”, cuenta Héctor y agrega: “Los camioneros que trasladan los cereales son obligados a fumigar con fosfinas los gorgojos del cereal. Le hacen poner una pastilla en agua que con el calor larga el vapor. Pero ese vapor también llega a la cabina del chofer”.
El riesgo más latente es el peligro constante de explosión. Según Pereyra “ni siquiera un estudio técnico podría demostrar el real alcance y las consecuencias de una tragedia semejante”. Por la rivera oeste del Paraná, viniendo hacia el puerto, hay depósitos de cereales, hexano (hidrocarburo líquido incoloro fácilmente inflamable) y silos lindando con una fábrica de biocombustibles, es decir, de metanol. Pegado, hay depósitos de ácidos e hidrocarburos. A quinientos metros, hacia el oeste, hay otro de metanol. Cercando el pueblo, yendo por la costa hacia el norte, se aprecian más silos, depósitos de fertilizantes, nitrato de amonio y tanques repletos de combustibles de Petrobras. Cruzando, se ve una refinería, una destilería de petróleo y una fábrica que quema productos tóxicos y almacena solventes. En los muelles del puerto, se cargan y descargan propano y butano de los depósitos del ex Gas del Estado pegado a los silos de ACA y La Plata Cereal, donde el polvillo es altamente combustible. Para asegurar el peligro, subterráneamente por toda la ciudad, pasan las cañerías de gas que proveen a estas empresas y los ductos que llevan hidrocarburos conectando entre sí.
En el año 2002, uno de los túneles que transportan cereales de la empresa ACA, explotó a causa del polvillo. Murieron cuatro personas. Unos meses más tarde, una explosión similar en Toepfer causó tres muertes más. En febrero del 2008, la caída de una herramienta produjo una chispa que causó una lengua de fuego en un tanque de hexano de Molinos. En abril de 2008, explotó un horno de la empresa Petrobras. En mayo del 2008, una falla humana produjo un escape de etileno en la misma planta. Unos años antes, un barco que operaba en el muelle del ex Gas del Estado, chocó a metros de los depósitos de gas. Hace unos meses, un camión de la empresa ACA que circulaba fuera del horario reglamentario, fue detenido por los vecinos. El vehículo era de 1975, no funcionaba su caja de cambios y el chofer ignoraba lo que transportaba.
El negocio marítimo es el ingreso más importante del pueblo de San Lorenzo. Los tripulantes que llegan a la costa, generalmente asiáticos, mantienen la economía del lugar. Gastan sus dólares en teléfono, internet, comida y compañía femenina. En general, las empresas navieras tratan de que sus barcos nunca viajen con las bodegas vacías y es por eso que unen rutas de carga. El agro negocio argentino es tan rentable, que a San Lorenzo los barcos llegan con sus bodegas llenas de lastre, agua contaminada que arrojan al río Paraná. Los mosquitos negros asiáticos y serpientes acuáticas de dos cabezas de las aguas tropicales que pueden alterar el ecosistema santafesino
El trabajo de la Asamblea de concientizar sobre los peligros constantes a los que están expuestos choca con la indiferencia de los vecinos y de las autoridades. Su reclamo es sencillo: El traslado de las plantas fuera de la ciudad y la inversión por parte de las empresas en elementos de seguridad para sus trabajadores. Lo que no es sencillo es pelear contra el negocio más rentable en desmedro del futuro de la tierra y las personas que quedan a orillas del muelle, ayudando a crear la pobreza tan repudiada desde los pulpitos.
Por Laura Balhas / Alejo Corvalan / Lorena Morena

3 comentarios:

  1. clarísima la preponderancia del negocio, hasta por sobre la salud, la cuasi-esclavitud de los trabajadores de la tierra, no representan a ese "campo", que tanto discutió las retenciones móviles. gracias beto

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  2. san lorenzo está a muy poquitos kilometros de rosario,,,te aseguro que hasta aqui tambien llega el polvillo de ellos-

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  3. Y aca en mi pueblo , los muy caraduras decían repetir " El grito de Alcorta""", por favor!!! el imperio sojero nos está llevando a la debacle total, que monopolio mas voraz y mezquino!!!

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