Es de origen japonés e incita al usuario a ser protagonista de violaciones múltiples y reiteradas, incluso a niñas. Se vende en el país y ya hay reclamos para que sea prohibido.
Un videojuego de origen japonés que simula violaciones de mujeres y que ha generado una oleada de repudios y reacciones para sacarlo de la venta en distintos países se puede conseguir en la Argentina a través de Internet en sitios de descargas y de subastas. Ante esta situación y a partir de un llamado de atención de la Cámara de Diputados, la Dirección Nacional de Política Criminal, del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos, acaba de emitir un dictamen con una serie de recomendaciones para prohibir la distribución y comercialización del cuestionado software. Además el secretario de Justicia, Héctor Masquelet, adelantó que promoverá desde esa cartera la redacción de una propuesta legislativa para regular los contenidos de los videojuegos, como en otros países.
El juego se llama Rapelay (rape significa violación en inglés) y comienza con la salida de la cárcel del protagonista principal de la historia, un hombre que para vengarse de una adolescente que lo denunció por intento de violación de una amiga, decide abusar de ella, de su madre y de la hermana de 12 años. Es un videojuego de rol de tipo interactivo: el jugador se mete en la piel del protagonista, del violador, y elige las formas de agresión. Puede violar virtualmente a las tres mujeres en una estación de tren, en un parque, en baños públicos. El “riesgo” que corre el protagonista es que las víctimas puedan quedar embarazadas a medida que aumenta el número de violaciones. En esos casos, el violador debe obligarlas a abortar, de lo contrario pueden incrementarse las posibilidades de que la adolescente lo mate a puñaladas y finalizar el juego. El grado de violencia sexual que transmite el videojuego es extremo.
El dictamen de la Dirección de Política Criminal advierte que los contenidos del videojuego “representan una clara apología del delito en relación a los ilícitos como abuso sexual, violación, delitos contra la integridad sexual, torturas, discriminación contra la mujer y pederastia, entre otros”. Además, el organismo señala que la comercialización y venta del producto, distribución y difusión de sus contenidos y acceso y divulgación violan el artículo 128 del Código Penal, que reprime con prisión de 6 meses a 4 años al que produzca, divulgue o propague “por cualquier medio toda representación de un menor de 18 años dedicado a actividades sexuales explícitas o toda representación de sus partes genitales con fines predominantemente sexuales”. Entre otras medidas, la Dirección de Política Criminal, encabezada por Mariano Ciafardini, recomienda al Ministerio de Justicia “arbitrar las medidas necesarias para evitar el ingreso al país a través de las autoridades competentes” y “notificar a las empresas nacionales que brindan el acceso a Internet de las posibles sanciones penales que pueden caberles por la publicación del videojuego para la descarga ilegal o difusión de imágenes del mismo por su contenido ilícito”. También aconseja prohibir la venta del producto en sitios de subastas argentinos, donde actualmente se puede conseguir. La Dirección de Política Criminal detectó que un usuario de la empresa Mercado Libre subastó el videojuego y finalizó la operación el 23 de setiembre de 2009.
El organismo se abocó al tema luego de que la Cámara de Diputados expresara a fin del año pasado su preocupación por la existencia en el país del Rapelay. La violencia que trasmite el videojuego se analizó en la Comisión de Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia a partir de un proyecto de un grupo de diputadas y diputadas socialistas, entre ellas, Silvia Augsburger, quien finalizó su mandato en diciembre. La iniciativa pedía al Poder Ejecutivo que “adopte las medidas necesarias para impedir el ingreso y difusión en la Argentina de este tipo de juegos que humillan y degradan los derechos humanos básicos de las mujeres”. Y recordaba que en 2007 la venta del Rapelay fue prohibida en Gran Bretaña por parte de su Parlamento por considerarlo “ultraviolento”.
En realidad, Rapelay ya lleva varios años en el mercado. Fue lanzado en 2006. Es un videojuego de tipo animé producido por la empresa Illusion Software, con sede en Japón, especializada en la venta de productos interactivos para adultos de contenido erótico o pornográfico. Se encuentra dentro del género hentai (que en japonés significa perversión o transformación), “caracterizado por mostrar o representar en su contenido imágenes de personas desnudas o escenas de sexo de tipo pornográfico”, explica el dictamen. “Las características interactivas del juego brindan la posibilidad al jugar de desvestir a las víctimas, abusar de ellas sexualmente a través de una mano virtual, forzar situaciones de sometimiento mediante el uso de determinados elementos (esposas, por ejemplo) y elegir la forma de violación”, describe el informe, elevado al secretario de Justicia.
Organizaciones de mujeres en distintas partes del mundo realizaron campañas para sacar el videojuego de la venta, entre ellas Equality Now, que trabaja a favor de la protección y la promoción de los derechos humanos de las mujeres en distintos países y en cuya junta directiva, entre especialistas de distintos países, está la abogada rosarina Susana Chiarotti. En su sitio, Equality Now destaca que el fabricante del software retiró de la venta Rapelay, pero sigue vendiendo juegos similares de pornografía extrema en forma de dibujos animados que incluyen a mujeres y niñas que son violadas y agredidas sexualmente de distintas formas. El problema es que Rapelay se encuentra disponible en docenas de sitios de Internet, de forma gratuita. “Obviamente es muy difícil detener la actividad en Internet. Pero los gobiernos tienen un papel en la regulación de este tipo de pornografía infantil extrema, tanto en sus países como en Internet”, señaló Taina Bien-Aime, de Equality Now, en declaraciones a la CNN. En ese sentido, consideró que el gobierno japonés debe “prohibir todos los juegos que promueven y simulen la violencia, la tortura y el acoso sexual”. A mediados del año pasado, el Comité de Naciones Unidas para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer le hizo a Japón un llamado en ese sentido. Los videojuegos del género hentai, sin embargo, siguen fabricándose en ese país. Y el Rapelay no es difícil de conseguir.
Fuente: pagina12.com.ar
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Gracias Beto por alertarnos sobre éste terrible peligro para los más jóvenes y quienes somos padres. Espero que la justicia criminal actúe pronto y sea prohibido. Voy a publicarlo en mi facebook. Un gran saludo y gracias.
ResponderEliminarLa otra vez vi un video de este juego. Yo acepto que la violencia va de la mano con los videojuegos, de hecho muchos dejarían de ser divertidos si no fuera por eso, pero este juego que se menciona ya es demasiado, cruzando la barrera de lo morboso e inapropiado.
ResponderEliminar