jueves, 21 de enero de 2010

BANCO CENTRAL - NACIONAL O DEPENDIENTE DE LOS GRUPOS ECONÓMICOS


¿Vio usted, compatriota, que desde que asumieron los diputados elegidos el 28 de junio se terminó la ola de inseguridad?

¿Notó que a partir del 3 de diciembre ni la radio, ni los grandes diarios, ni la TV, llenan sus tapas, parlantes y pantallas con noticias sobre muertos, heridos, asaltados, violados o amenazados?

¿No le llama la atención? Los grandes medios, mortalmente enfrentados al gobierno en defensa de su interés monopólico, dejaron de chorrear sangre. Ahora, en cambio, se dedican a bombardearnos con operaciones de prensa destinadas a darle visibilidad y potencia a una oposición que, en la coyuntura, demuestra estar más preocupada por el favor que le pueden hacer esos medios que por la gobernabilidad del país.

El más escandaloso de estos intentos de lavado de cerebro colectivo es el que está transcurriendo en este preciso instante, en torno a la creación del Fondo del Bicentenario con una fracción de las reservas de divisas internacionales. Si no tuviera funestas consecuencias, sería una tormenta en una cucharita. Pero no lo es porque aquí no esta en juego la deuda externa sino el derecho de un gobierno democrático y legítimo a decidir soberanamente sobre la política monetaria y financiera.

Las reservas internacionales son propiedad de todos los argentinos. Son el resultado de un enorme esfuerzo de ahorro, consecuencia de la política económica del gobierno nacional.

A tomar la decisión de colocar parte de las reservas como fondo de garantía, el gobierno está en condiciones de liberar esos mismos fondos en otros renglones presupuestarios, para mantener el ciclo de crecimiento económico después del angustioso bajón que ha provocado la crisis mundial (que está lejos de haber terminado y bien puede profundizarse en 2010).

La oposición ha salido, desde la “izquierda” de Pino Solanas hasta la más rancia ultraderecha de Federico Pinedo, a criticar el avasallamiento a la “independencia” del Banco Central. En cierto modo, en cierto limitado y mezquino modo, algo de razón les asiste. El gobierno central, al ver que el Presidente del Banco Central se niega (por sus propios motivos, que no vienen al caso) a seguir la política económica general de la Nación, decidió pedirle la renuncia. Y con eso, ¿qué? Sabe usted, compatriota, de quién se hace “independiente” el Banco Central cuando un gobierno legítimamente electo no puede coordinarlo con el conjunto de la política económica?

Se hace independiente del gobierno, dirá usted. Y es cierto. Pero, ¿de dónde le brota al gobierno el derecho a pedir la renuncia del Director del Banco Central? Proviene del voto, del ejercicio democrático de la libertad de poner a la cabeza de la Argentina a una ciudadana o un ciudadano que representen a las mayorías populares. En cambio, ¿de dónde proviene el poder de un Banco Central “independiente”? De quién “depende” esa institución si no depende del gobierno? Depende de los sectores más concentrados y –hay que decirlo- antiargentinos del mundillo financiero interno e internacional. Un Banco Central “independiente”, al igual que la gran prensa “independiente”, depende en realidad de potencias ajenas a la voluntad popular.

De hecho, la “independencia” del Banco Central es un legado del neoliberalismo de Martínez de Hoz y Domingo Cavallo. En todo caso, al gobierno nacional hay que criticarlo, y duramente, por no haber terminado con esa independencia al principio mismo de su gestión. Pero criticarlo porque en parte lo haga ahora, aduciendo argumentos de carácter formal, es colocarse del peor lado de la política argentina.

Es comprensible que Federico Pinedo, cuyo abuelito hizo para los ingleses las mismas trapisondas que Cavallo para los yanquis, critique violentamente al gobierno que pretende hacer del Banco Central un Banco Nacional. Es comprensible que lo hagan los Morales (ministro, no olvidar, del de la Rúa del corralito, del corralón y de otras estafas que favorecieron al sector financiero). Es razonable, incluso, que a su manera lo haga Duhalde, puesto que tiene una especie de pacto de sangre con el Grupo Clarín desde su breve mandato presidencial.

Pero no es comprensible que usted, yo, la inmensa mayoría de los ciudadanos que dependemos de nuestras propias fuerzas o de nuestro sueldo, nos opongamos al gobierno por haber decidido tomar las riendas, en serio, de la política monetaria. Porque, compatriota, eso es lo que se está discutiendo. En el fondo, estamos en un debate por la soberanía popular que nos compete a todos. Cuando el gobierno defiende su derecho a pedir la renuncia del Director del Banco Central defiende el derecho del pueblo argentino a imponer al menos parte de su ley al estáblishment financiero. Y eso más allá de quién sea el reemplazante del actual director. Es una cuestión de principios.

Seguramente es por eso, por una cuestión de principios, que acaba de terminar la ola de inseguridad, y es por eso mismo que nosotros tenemos que asegurarnos de que no vuelva nunca más: basta de operaciones de prensa, que la oposición deje de desestabilizar, que las finanzas de los argentinos sean para los argentinos y no para una camándula de estafadores internacionales.
FABIANA HERRERA

Texto del volante elaborado en conjuto por las agrupaciones:

AUTOCONVOCADOS POR EL PROYECTO NACIONAL Y POPULAR, PATRIA Y PUEBLO Y CORRIENTE POLÍTICA ENRIQUE SANTOS DISCEPOLO.

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